Tras bambalinas de la modorra

La mira sabiendo que en menos de cinco minutos caerá rendida a los brazos de Morfeo. Él apaga las luces e inútilmente se acuesta a su lado tratando de no despertarla. La empresa es imposible de por sí: un sofá no es el espacio adecuado para que dos personas pernocten plácidamente. Pero, digamos, que para ellos la comodidad es lo de menos, pues solo aspiran a despertarse juntos con un beso de desayuno. Él la abriga con una ligera sábana y aprecia su rostro gracias al tenue haz de luz…

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