En busca del número perfecto de intentos para no ser ‘stalker’

Hay veces que deseo tener una guía con los números perfectos para insistir en algo y no parecer obsesionado, pese a que actúe con mucha sinceridad. Mi caso es muy extraño, pues me impongo algunas reglas cuantitativas para dar por sentado las incertidumbres de la vida. Paso a detallar distintos varios escenarios que me han generado más de un problema.

¡A tirar rumba!
Cuando me invitan a una discoteca -nunca voy por decisión propia-, sé que bailaré en un momento determinado de la noche. Para esto me planteo cinco intentos para sacar a bailar. Si tres de las cinco chicas consultadas me dijeron que no, mando todo al tacho y me pego a la barra para nunca más bailar. En caso contrario, si las chicas dijeron que sí, sumo cinco intentos para seguir con la buena racha. El motivo de esta regla es salir airoso cuando acabe la noche sin el orgullo mancillado.

¿La agrego al Facebook?
Típica de quienes conocen a una persona del sexo opuesto y desean agregarla en su red social. Usualmente envío la solicitud de amistad a los tres días, porque es el tiempo perfecto para no aparentar un acosador ni un supuesto desinteresado en las primeras 48 horas. El tercer día significa un «¡Ah! Me acordé de ti entre las muchas cosas que hago diariamente. Volvamos a hablar».

No me contesta, porque no escucha el celular o…
Llamas y llamas al celular de alguien y nadie contesta. El problema en este caso es que existen muchas variables para determinar por qué no se contestó el dispositivo móvil. Nunca falta, por ejemplo, que el celular esté en modo ‘silencio’ o que la persona se haya demorado en simplemente apretar el botón para recibir la llamada. Personalmente hago tres llamadas sin respuestas en un intervalo de 30 minutos cada uno, a menos que haya un compromiso por realizarse. Más de cuatro llamadas significa que es una emergencia. Cinco seguidas ya se trata de un stalker compulsivo. Máximo en un día pueden ser hasta seis llamadas sin éxito pero con intervalos de hora y media. La razón de los intervalos es no aparentar, nuevamente, muy interesado.

¡Pero a qué hora llegará!
Cuando me ha tocado esperar a una tardona, suelo quedarme máximo 30 minutos para luego retirarme muy molesto. Esperar quince minutos es muy poco y media hora es suficiente para irse con un buen argumento. Aguardar en vano por una hora es no quererse, pues la falta de consideración de la persona citada es obvia.

A ver si esta vez salimos juntos
No debe insistirse mucho si la persona con quien buscamos salir nos dice que no puede. Basta una sola vez por semana para entender que no pasará nada, pese a que diga que canceló sus planes del fin de semana. ‘Los hombres proponen las mujeres imponen’, reza el dicho.