La pregunta más sencilla y compleja para una mujer

No sé si tengo mala suerte para coordinar citas o es que realmente nadie quiere salir conmigo. Creo que las mujeres, en esta sociedad machista, tienen las cosas más fáciles, pues ellas tienen la última palabra cuando un caballero las invita a salir. No solo en ese aspecto, también sucede en las discotecas donde ellas esperan sentaditas a que un asustado varón las invite a bailar. Las féminas tienen más poder de lo que creen en el orgullo masculino y supuestamente el sexo fuerte. Para eso existe el dicho ‘el hombre propone, la mujer impone’.

Aunque las chicas no lo crean, invitarlas a salir es más difícil de lo que piensan. Primero debe cuidarse la imagen de que los hombres no estamos desesperados y menos necesitados. Segundo dar a entender que solo se busca conversar, pese a que las más experimentadas sientan que son objetos de lujuria. Hay veces que la respuesta más sencilla es la menos creíble, pienso, cuando se tratan de intenciones al pedir una cita. Conversar por conversar es algo que casi nadie ahora cree.

Como venía diciendo sobre el poder de la mujer en el orgullo machista, hay veces que uno anticipa que la respuesta será negativa al pedir una velada. Incluso, en el peor de los casos de un hombre con una autoestima mancillada, se cree que las mujeres inmediatamente comienzan a buscar algo qué hacer para evitar una salida anteriormente propuesta. Eso ocurre comúnmente en los segundos intermedios entre la consulta del hombre y la respuesta de la fémina en el chat del Facebook.

Pienso que siempre existe una cuota de belleza externa para que una chica acepte salir con otra persona. No estoy diciendo que ellas sean materialistas, pues con los hombres sucede igual, sino que me baso en la belleza como un bien que genera placer, como diría Aristóteles, y por ende la felicidad.

El universo de interpretaciones resulta infinito cuando se trata de la pregunta más sencilla del planeta: «¿Salimos un rato a caminar?». La respuesta no se limita al plan de esa noche o si realmente debería pasar algo, sino simplemente en compartir experiencias sin miedo a los compromisos.