Manual de las cinco cosas que debes hacer para no caerle a nadie

Los mandamientos para ser «buena gente» están por doquier. La primera fuente de estos valores son nuestros padres: los modales en la mesa, respetar a los mayores, decir «por favor» y «gracias»… Lo de siempre en el ABC de toda familia que apuesta por la buena crianza.

De ahí tenemos la escuela, el centro de estudios donde cursaremos varias materias y valores sociales como las asignaturas de educación cívica, la responsabilidad y la convivencia social. Suena muy utópico. No todos los colegios prestan atención a estos detalles, pero digamos que es el «debería ser» de los colegios.

¿Pero qué tal si vamos en el sentido contrario? ¿Qué deberíamos hacer si es que deseamos caerle mal a la gente adrede?

Una opción es ir en contra de todo lo bueno que nos han enseñado, pero sabemos que eso no es suficiente. Hay algo peor, siempre puede ser peor, solo que no nos detenemos a preguntar qué cosas serían.

Lo bueno y lo malo

Hablar de lo bueno y lo malo de una actitud es entrar a un mundo muy complejo, en el que cada quien tiene una perspectiva específica de la realidad. Lo que puede ser condenable para uno, no lo será necesariamente para otro.

Nos podemos tildar de «tolerantes», pero lo cierto es que la tolerancia absoluta no existe. Siempre hay una frontera entre lo que es bueno y lo que es malo para diseñar un modelo de convivencia… A menos que quieras ver destrucción por doquier.

Si bien lo bueno y lo malo es subjetivo, abogo por la negatividad o pensamiento que puede ir contra la libertad de las demás personas. No se puede ser tolerante con quienes creen que es «bueno» matar gente por su color de raza u opción sexual. ¡Hay un límite para todo!, incluso cuando por «tolerante» se trata de ser muy open mind.

Manual del renegado

Todo esto se me vino a la mente cuando leí un artículo del Business Insider respecto a las cosas que debes hacer para caer mal a la gente, basadas en estudios científicos sobre el comportamiento. Veamos algunas de ellas.

Publicar demasiadas fotos en redes sociales como Facebook e Instagram

Dar a conocer muchas imágenes de tu vida privada en Internet puede jugarte en contra. Hay quienes piensan que hacerlo da la impresión que eres exhibicionista y no tienes más que hacer en el día que posar ante la cámara.

Hablar de terceras personas ajenas al interlocutor

Algo muy común que sucede con los fanáticos de todo y de cualquiera. Se ha comprobado que hacer constantemente referencias a personas que no le interesan al interlocutor genera fastidio. Lo mismo sucede con casi todo cuando hablamos con alguien y este desvía la atención sobre algo que desconocemos y que no tiene lugar en la conversación.

Alardear de lo que haces o poseas

Bastante obvio, ¿verdad? Decir tus logros, cuánto ganas y qué cosas haces no son bien recibidas si es que tratas de impresionar. No obstante, hay que considerar la susceptibilidad de las personas. Puede suceder que estás orgulloso de lo que haces y, al comentarlo, alguien puede fastidiarse porque ha pensado que estás alardeando.

Ocultar los sentimientos ante los demás

Las emociones pueden causar empatía. Una sonrisa puede llegar a ser contagiosa, porque es una muestra de sensibilidad. Las personas inexpresivas, aquellas que ocultan sus sentimientos, pueden caer pesadas porque generan desconfianza.

Ser excesivamente serio con los demás

La seriedad y la inexpresividad de los sentimientos están de la mano. Un experimento que consistió en mostrar varias fotos de estudiantes a un grupo de muestra reveló que las personas sonrientes caían mejor a diferencia de los que posaban serios. Una sonrisa puede sentenciarte si es que no brilla en el momento oportuno.

Foto: Eddy Van 3000 – Flickr. Bajo licencia de Creative Commons