¿Has sonreído de verdad?

Recuerdo que una de mis primera enamoradas me dijo que sonriera todos los días, pues tengo una bonita sonrisa. Eso fue por el año 2004 cuando aún era un principiante en las pasiones, pues creo que en esas etapas aún no sentía amor. Las palabras de mi ex siempre las he recordado, pero creo ser un hombre que muy pocas veces sonríe de verdad.

Uno puede reírse todos los días, pero sonreír es una esencia muy distinta porque es algo muy instintivo, que nace de la nada como un gesto hasta milagroso de felicidad eterna en un instante. Digo que no sonrío mucho, pues a estas alturas las cosas que me sorprenden son muy pocas. Y si he sonreído alguna vez es estando completamente solo en un bus o en la calle mientras recuerdo anécdotas del pasado.

Si ahora hablo de mi ex, es porque hace unas semanas una amiga llamada Evelyn me dijo, luego de haber observado una foto mía del Facebook, que mi sonrisa es una faceta oculta de mi vida. Imagino que debe tener razón, porque la sonrisa siempre se exhibe y sería algo egocéntrico pensar que soy lo máximo sonriendo por mí mismo.

Analizando con más cuidado, creo que mi falta de sonrisa se debe a que, precisamente, mi sonrisa es muy bonita y como que la vida siempre hace que estemos en circunstancias que debemos batallar. Suele pasar, por ejemplo, que somos buenos para muchas cosas, pero el trajín de la vida diaria nos lleva a contextos inimaginables que impiden desarrollarnos plenamente. Así como mi sonrisa, seguro que otros tienen el don de escuchar y ser líderes, pero apuesto a que viven en lugares y tiempos contrarios a sus dones que no permiten aprovechar lo especial que tienen.

Mi sonrisa creo que es tímida, algo avergonzada en ser vista y muy pocas veces instintiva como las sonrisas de verdad. Ahora que lo pienso mejor, mi sonrisa se siente pocas veces por las pocas verdades que le corresponden para florecer. Una verdad debería llevar a otra, así como un abrazo de verdad o un beso de verdad desencadena necesariamente una sonrisa (mi sonrisa) de verdad.