Lo que nadie se imagina 16

Barranco, 13 de abril de 2009

Menuda mierda en la que me metí. Cómo pude ser tan cojuda en salir con un tipejo como este. ¡Pero que es aburridísimo! ¡Nada comparado con lo que prometía en Tinder! Admito que en Internet somos otras personas, esa cagada corre a mi cuenta, pero -¡por el amor de Dios!- algo de piedad con este chico. Todo callado y encima tímido hasta el tuétano. Algo debo hacer. Aún es temprano y puedo recuperar mi noche del sábado.

-Discúlpame, voy al baño…

Bien. Ya me salí de la mesa. Ahora cómo diablos llego a la puerta sin que este huevón se dé cuenta. Vamos, sé que está pésimo, pero creo que se lo merece. ¡La engañada fui yo! ¡Qué tipo para más embaucador! Admito que debe tener un talento, se sabe manejar bien en redes sociales… Pero en fin, debo llegar a la puerta sin que note mi huida.

Ya sé, antes de entrar al tocador me acercaré a la barra.

-Señor, ¿cuánto cuesta el mojito?
-Quince soles, señorita. ¿Le sirvo uno?
-No, en realidad quería que me haga un favor. Le pagaré el doble por la bebida…

Ahora todo está listo. Mejor me quito los tacones para correr más rápido. Debo esperar la señal…

«¡Idiota, qué eres un inútil! ¡Me mojaste todo!»

¡Ya! ¡Ahora sí! A correr con todo hacia la salida. Espero que no lo despidan por el favorcito.

¡Libre al fin! Es temprano y no quiero gastar mucho en transporte. Ya sé, iré donde mi amiga para pasar la noche. Ella debe tener algún plan. Menuda suerte que allí mismo en el paradero está el bus que me lleva a su casa. Mejor lo abordo y una vez adentro le aviso que ando en camino para que se aliste.

Oh, mira, me llegó un mensaje de texto. «No sabes. El mesero me arruinó la camisa. Tuve que irme, lo siento, no quería que me vieras así. En verdad, perdóname. Me siento mal por todo esto». Todo salió según el plan… ¿Qué pasa con el maldito bus que no avanza?

¡Oh, rayos! ¡No me digas que es él! ¡SE SUBIÓ A MI MISMO BUS! Me agacharé un poquito para que no me vea, felizmente que me senté al fondo. Pero qué cosa más rara: su camisa luce bastante seca. Me mata la intriga…

Parece que está haciendo una llamada. Me cambiaré de asiento para oír su conversación sin que se dé cuenta.

«No sabes qué me pasó, huevón. Salí con esta flaquita y nada que ver. No se parecía al de las fotos. ¡Más estafadora! Ni modo. Cuando ella se fue al baño, aproveché para escaparme. Me levanté rápido de la mesa, pero más cojudo ¡golpeé la charola del mozo! Se le calló todo encima y me gritó: ‘¡Idiota, qué eres un inútil! ¡Me mojaste todo!’. ¡Hubieras visto su cara! Nos quedamos discutiendo un rato y luego aproveché en salir. Aún seguía en el baño para esto. Aproveché el incidente para contarle que me mojaron la camisa. Todo un florazo. Habla, ¿vamos por unas chelas? Ando camino a tu casa».

Vaya. Quién lo diría. Teníamos algo en común: los dos estábamos igual de defraudados por quien tuvimos como cita. Me quedé mirándolo hasta que se bajó del bus un par de cuadras más adelante. Le respondí a su mensaje.

«No te preocupes. Ya tendremos otra oportunidad. Por cierto, buena suerte con tu amigo esta noche. Al menos no tendrás que cambiar de camisa, me pareció bastante seca cuando bajaste del bus».

Nunca me contestó.