‘Pastelito de queso’

«Mi vida», «mi cielo», «mi tesoro»… Sería imposible reseñar todos los apodos que por cariño decimos a nuestras parejas. Unos son más populares que otros, pero no falta quienes salgan de la costumbre para decir cosas muy románticas a su estilo.

Tú eres como el tigre de la película ‘La vida de Pi’: insoportable, agresiva y hasta dan ganas de desaparecerte, pero sin ti me volvería loco.

Luego de volver de mis vacaciones, siento que cada nación tiene su propia manera de mostrar el cariño hacia los demás. Hablando con Yunior, un bicitaxista de La Habana, me explicó que los cubanos tienen la chispa a flor de piel, que insisten con el verso hasta que pique el corazón de una dama. «Si una llega a verme, le metes y le metes. Cualquier cosa puede pasar», me dijo mientras bebíamos un ‘mojito’ en el bar Dos Hermanos, en La Habana Vieja.

Mientras me enseñaba la ciudad, pude ver su prosa en acción: «Caramba, pero si acaba de verme la niña más linda de toda la isla», le escuché decir a una conocida en la Plaza de San Francisco de Asís. Tomé apunte de su creatividad para dedicar el mismo entusiasmo cuando llegue a mi ciudad. Estaba entusiasmado, mi creatividad se quería contagiar del ánimo habanero.

Regresando al aeropuerto José Martí, observé una pinta cerca de la Universidad de La Habana que me marchitó el corazón: «Te amo, mi pastelito de queso». Lo leí entonando el dejo caribeño en mi mente, al menos el de Yunior; la sonrisa se dibujó en mi rostro en pocos segundos. «Mi pastelito de queso de labios fresa», armaba el verso en mi imaginación. «Mi pastelito de queso, de labios fresa y rastros de vainilla», sonreí para mis adentros esperando narrar esta historia al postrecito que me esperaba en Lima. Obviamente, se lo narraría con dejo cubano.