El tiempo que no se mide en cifras

El tiempo, según la Real Academia Española, es la magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. Pese a que su unidad en el Sistema Internacional sea el segundo, ocurre que muchas veces sentimos la relatividad del tiempo.

Hay noches, por ejemplo, que uno recuerda lo que hizo desde la mañana y siente que ha vivido 3 o 4 días en uno, o que el tiempo pasa tan lento cuando vemos el reloj y cuando lo dejamos de hacer pues se nos escapa de las manos. Incluso, en el peor de los casos, medimos los días no a partir de sus 24 horas, sino desde el momento que despertamos hasta que nos dormimos.

Cada uno tendrá su forma de interpretarlo, hasta de sentirlo, dependiendo de qué estado anímico estemos, por lo que medir el tiempo en cifras resulta hasta inapropiado cuando deseamos explicar un lapso de tiempo para nuestras decisiones, caso que expliqué en un post anterior. Si algo debemos temer del tiempo, no es que lo perdamos sin razón aparente al dedicarnos a algo (o alguien) que no resulta, sino cuando dormimos más de la cuenta.