La esquizofrenia emocional es como el sube y baja

Hace unos días escribí mis principales motivos para hacer algo diferente todos los días. Creo que mucho pensar en eso hizo que me flagelara con una actitud que jamás entendí de una fémina. No trato de generalizar, sino digamos que es una particularidad, un fenómeno demencial propio de las ciencias médicas.

Primero comencemos con darle un nombre, yo lo llamo esquizofrenia emocional. Un día una persona puede ser la mejor del planeta, cuidadosa, atenta y hasta reflexiva, pero basta que solo pasen las 24 horas para que sea completamente distinta. Si entramos al terreno romantico-emocional, se imaginan cómo va la jugada: un día te dice de todo, el otro te manda al diablo, el subsiguiente día intiman y esa tarde te dice que ni un beso más… Una especie de sube y baja que tiene por destino un aterrizaje forzoso de caída libre cuando una de las partes abandona el juego.

Suele pasar. Parte del remedio depende de la seriedad que pongas a las cosas: si tomas todo a la ligera, como que no hay heridos de por medio y un compromiso no mancillado. El tema también pasa por la honestidad ante el placer conyugal; es decir, decir la verdad desde un principio para no herir susceptibilidades, solo que no todos manejan el mismo código ético para evitar las bajas civiles de la pasión.

Digamos que más se sufre de la esquizofrenia emocional cuando no la diagnosticamos a tiempo, porque el problema es soportar las locuras de alguien pensando que así es su personalidad, cuando realmente el mal no ha sido diagnosticado. Recomienda el doctor mucha paciencia, buena observación y torniquetes de pasión para evitar el derroche de frustraciones.